Las entidades del Movimiento ASPACE gastaron más de 12 millones de euros para adaptar sus servicios durante los años de pandemia según los datos recogidos en el ‘Estudio del Impacto del COVID-19 en el Movimiento ASPACE’, elaborado por Confederación ASPACE.
El documento se ha realizado gracias a la recogida de información a través de encuestas y entrevistas en profundidad durante los años 2020 y 2021 a 560 personas de hasta 35 entidades del Movimiento ASPACE. De esta manera, la elevada tasa de respuesta desvela el alto impacto que ha supuesto la situación provocada por el coronavirus para el conjunto del Movimiento Asociativo, en concreto, para las personas con parálisis cerebral y sus familias, profesionales y voluntariado de las entidades ASPACE; así como para la sostenibilidad de éstas.
En total, son 85 las entidades y 230 los centros que han tenido que realizar un sobreesfuerzo económico, tanto en 2020 como en 2021, para seguir respondiendo a las necesidades de las personas con parálisis cerebral y sus familias.
El gasto que han tenido que asumir viene derivado del refuerzo del personal en distintos centros y servicios debido a bajas y sustituciones, del desembolso en EPIS, dispositivos electrónicos, internet y sistemas de renovación de aire, así como de la adecuación de los diferentes espacios físicos y la adaptación de los servicios a la normativa sanitaria vigente.
En este sentido, según la investigación, en la mayor parte de los casos el sobreesfuerzo económico realizado por las entidades no ha venido acompañado por el apoyo de las administraciones públicas responsables de garantizar estos servicios. De hecho, se observa que ha habido un alto desequilibrio en 2020 entre los sobrecostes de la pandemia para las entidades ASPACE y las ayudas u otras fuentes de financiación a las que han podido acceder para paliar la situación.
En concreto, en 2020 los datos recabados revelan que las ayudas recibidas solo han cubierto el 1,53% de los sobrecostes a los que se han enfrentado. En 2021, si bien se observa un incremento en la financiación obtenida, el estudio revela que se siguió produciendo una situación deficitaria ya que las ayudas recibidas solo alcanzaron a cubrir el 30,19 % de los sobrecostes asumidos por las entidades a consecuencia de la pandemia.
IMPACTO EMOCIONAL
El estudio también incide en el impacto que la pandemia ha tenido para las personas con parálisis cerebral y sus familias; profesionales y voluntariado en relación con su salud física y emocional; conciliación; economía familiar y empleo; y limitaciones y dificultades de las medidas de protección frente a los contagios en el desarrollo de los servicios o actividades de voluntariado.
En relación con el impacto emocional, el 50,7% de las personas con parálisis cerebral manifiesta que su estado de ánimo se ha visto afectado bastante o mucho. Asimismo, el 41,8% asegura que ha necesitado apoyo psicológico profesional como consecuencia del COVID-19 y el 32,8% afirma que ha podido acceder al mismo a través de su entidad ASPACE, que se lo ha facilitado.
En relación con los demás grupos, el 78,1% de las familias, el 61% de profesionales, y el 64,7% del voluntariado también ha visto afectado su estado de ánimo como consecuencia del COVID-19.
En general, los estados emocionales que más han experimentado han sido la preocupación, el nerviosismo, la ansiedad, el estrés y la tristeza. Las personas con parálisis cerebral también aprecian de forma frecuente estados de aburrimiento y desmotivación.